Somos
personas y nos presentamos con nuestros proyectos, nuestras ilusiones y con
unas ganas enormes de vivir. Nada, o
casi nada, nos queda en el olvido. Todos son proyectos… Vamos, que no vemos
ninguna limitación que nos impida la realización de lo que hemos pensado. Y
todo esto a una cierta edad más bien joven.
Somos personas y gozamos de una
inteligencia que nos ayuda a superar las dificultades y emprender nuevos
caminos viviendo con intensidad el presente, todo cuanto la vida ofrece vivir.
Esperar en un futuro, ese estar
presentes del mañana… nos convierte a un cierto punto en esclavos, si no
enfocamos bien nuestras energías e ilusiones, proyectos…
Siempre hay una oportunidad para
estimular, reforzar alguna facultad nuestra. Pero con una vigilancia para no
caer en el ideal de omnipotencia. Seamos exigentes con nosotros mismos,
reconociendo las limitaciones. Siendo conscientes de que nuestras relaciones
con los demás han ido dejando su influencia.
Somos y hay que reconocerlo, unas
personas influenciadas de los demás. Así comprendemos y entendemos mejor
nuestras relaciones que nos deben ayudar a superar cuanto nos llega e impide
nuestro progreso en general.
Hay que seguir recorriendo el camino
personal para ir descubriendo algo que desconocemos pero que está ahí y nos
ayuda a ser personas, no instalarnos en nuestro pequeño mundo. Eso sí,
reconociendo siempre nuestros límites.
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