viernes, 27 de julio de 2018

EL VALOR DEL ENCUENTRO

El valor del encuentro nos ayuda, o mejor, nos permite salir de una posible soledad. Hablando del encuentro, creo que el primero debe ser con nosotros mismos y todo ello para conocernos, valorarnos… y aceptarnos.
     Así valoraremos y aceptamos nuestro proyecto personal y también el conocimiento. Todo esto amplía el dicho proyecto y colabora en el autoconocimiento. Buscar salidas cómodas no nos lleva a ninguna parte e incluso sería perjudicial.
     Hay que ser conscientes de que somos actores, no espectadores. Hablar, reflexionar, llevar a cabo proyectos, es una forma de encontrarnos y de mutua ayuda. El encuentro, lo mismo que el diálogo y la solidaridad, nos ayuda a descubrir que todos somos iguales, de aquí nace precisamente la solidaridad y ésta se pierde cuando hemos abandonado o perdido la amistad, el respeto y la corresponsabilidad.
       La palabra, nuestras conversaciones, nos delatan quienes somos. Es el lenguaje y a través de él, damos a conocer nuestros gustos y preferencias. Por los motivos o estructuras que nos encontramos en el caminar de cada día, vamos perdiendo ciertos matices y el valor del encuentro. Creando una relación de dependencia.
     Nos quedamos en la adolescencia, lejos pues de ser personas adultas y responsables. Aquí es donde se descubre a la persona vacía, poco seria y responsable. A la persona que se ha quedado en el puro cumplimiento de las estructuras o fórmulas.
    Cuando no se descubren las necesidades del otro es porque no ha habido un verdadero encuentro y un diálogo constructivos. Los desencuentros rompen la comunicación. Separan, desunen… aíslan. Lo constatamos desgraciadamente, a veces, en las familias. Pero se pueden superan los conflictos. 
     Hay que buscar encuentros respetuosos, diálogo, mutua colaboración, escucha, confianza… El encuentro se da cuando sabemos dialogar, perdonar y admirar todo lo bueno y sencillo que encontramos en el caminar de cada día.  




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