El
término fidelidad significa lealtad, verdad, sinceridad, constancia… la persona
que cumple sus promesas, vamos, que es digno de confianza. Normalmente cuando hablamos de
fidelidad nos referimos a la vocación personal. Ese paso/elección personal que
todos debemos de dar en nuestra vida.
La fidelidad no esclaviza ni se opone
al amor. La fidelidad en toda vocación, tampoco se opone a la libertad. Significa
estar dispuestos a cambiar para seguir siendo el mismo.
La fidelidad no significa no cometer
nunca errores, sino no permanecer en ellos. La fidelidad nos hace pensar entre
lo que estamos siendo y lo que queremos ser. La fidelidad nos ayuda a seguir
caminando, viendo lo que hemos perdido e invitándonos a recuperar lo que hemos
elegido, en definitiva, la búsqueda de la perfección.
La fidelidad es dinámica, se adapta a las
nuevas circunstancias, pero siempre en una constante búsqueda/lucha. La
fidelidad no consiste en rechazar un posible cambio, sino el reforzar la
perseverancia. Fieles a nosotros mismos
La fidelidad no es que nunca nos equivoquemos, sino
que no permanezcamos en el error. Para ser fiel al otro, se precisa total
confianza, es decir, fiarse mutuamente por eso exige total respeto.
La fidelidad compromete. Lo que cuesta
es ser constante. La fidelidad es un valor que comienza por uno mismo en un
perdonar siempre.
La
fidelidad, en el fondo, es un misterio.
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