Amar es
la exigencia ética de nuestra vida. Es una opción. Un estilo de vida. El
verdadero amor es exigente, no excluye a nadie, sólo busca el bien. Hay en una
página evangélica una parábola que queda bien reflejado qué es el amor. Nos
referimos a la del buen samaritano.
Pero el
amor no se queda en una persona, se extiende a pueblos que sufren los efectos
de la guerra: soledad, hambre, abandono…pérdida de los seres queridos…todos
estamos obligados a crear un mundo más humano, más solidario, donde se viva en
paz.
En los
conflictos, en todo conflicto, tenemos que buscar una salida digna, una paz
estable en donde se pueda construir: Una familia, un pueblo, una nación, un
mundo mejor para vivir en paz y en solidaridad. Pero la paz sólo llega si
sabemos perdonar, pero sin olvidarnos que sin amor no hay perdón.
El perdón llega cuando hay
justicia y entonces llegará la paz para todos. Mientras haya guerras… y toda
clase de conflictos, atentados, violencia, no tendremos paz en las personas,
pueblos, naciones…
Necesitamos seguir creyendo
que la paz es posible porque las personas se perdonan, se aman… Necesitamos
seguir creyendo que lo que importa es saber perdonar y amar para que llegue la
paz.
Busquemos la paz, primero en
nosotros mismos y luego en los demás. Hay que crear condiciones para que nadie
se sienta solo, abandonado… La paz es posible si damos preferencia a la
solidaridad, a la mutua ayuda, al diálogo, al perdón, al amor, porque lo que
importa es: AMAR.
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