viernes, 6 de julio de 2018

SOLIDARIDAD

     Es falso el concepto: para favorecer la solidaridad, que sea necesario renunciar a la propia originalidad. Que la persona deje de ser lo que es, todo lo contrario: que sea el máximo ella misma.
        Saber comunicarse con los demás, formar parte de los proyectos… es un síntoma de una personalidad madura y solidaria. Hay que aceptar las diferencias porque, en el fondo, enriquecen al grupo y refuerzan la solidaridad. Nos ayudan a ser nosotros mismos.
     La prueba de nuestra afectividad, de nuestra espiritualidad, de nuestra madurez psicológica, está en esa capacidad que debemos tener en nuestras interrelaciones con los demás. La solidaridad nos ayuda a conocer a los demás, pero se necesita que los comprendamos, más aún, que los amemos.
     La solidaridad, como el amor, exige renovación, de lo contrario, hemos perdido la ilusión, somos incapaces de solidarizarnos; en el fondo: incapaces de amar. La solidaridad es una forma de vivir en la que podemos tener actitudes positivas y también negativas.
       Solidarizarse es aprender a compartir. No podemos aislarnos. Solidarizarnos es convivir responsablemente. La convivencia, lo mismo que la solidaridad, nos exige: Respeto. La solidaridad, hoy en día, es muy importante. Es un valor humano importantísimo.
        Las personas se solidarizan frente alguna catástrofe para que nadie se sienta marginado. Ojalá que el compromiso de la solidaridad se extienda a todo el mundo, en modo especial a las personas, a los pueblos que aún siguen olvidados.Intentos: El         Derecho Internacional ha permitido, al menos de
manera teórica, la igualdad entre los pueblos, estados y naciones. Colaboremos y hagamos realidad el avance de la solidaridad en tantos aspectos: sociológico, ético…etc.
                  La solidaridad debe superar todo individualismo. Hay que eliminar el lema de: Sálvese quien pueda. 



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