“Conócete
a ti mismo y deja en paz la naturaleza de los deseos” (Inscripción del templo
de Delfos)
A la persona de hoy (en general) le
cuesta ser feliz. ¿Por qué? Está “perdida” en el mundo de las nuevas
tecnologías, en el mundo del consumo etc. Y esto repercute un poco en todos: en
los jóvenes, la desorientación, falta de compromiso, la droga… En los adultos:
ambición por el puesto de trabajo, rupturas conyugales… En el fondo, predomina
un relativismo.
Seamos personas inteligentes,
observemos la realidad que nos motiva y demos respuestas adecuadas, inteligentes,
que nos liberan y que nos ayudan hacia la madurez personal. San Agustín, a quien
hemos leído quizás alguna vez, nos da este consejo: “No vayas afuera, vuelve a
ti mismo; en el hombre interior habita la verdad”
Pero hoy en día nos bombardean por
todos los lados: Publicidad, dinero, poder, prestigio… tal vez también tenemos
cierto miedo a encontrarnos con nosotros mismos. Deberíamos ser sencillos,
quizás con un cierto miedo, pero a la vez valientes.
Favoreciendo siempre en nuestras
relaciones: la alegría, la gratitud, la solidaridad… Es decir, que tenemos que
abandonar nuestros prejuicios y solidarizarnos con las personas que nos
necesiten, sin perder por ello la autonomía propia. Todo esto nos lleva a
compartir inquietudes, proyectos…y a ir creciendo como personas.
Personas que ayudan a los demás
haciendo la vida más agradable. Saben echar una mano siempre que haya alguien
que necesita su ayuda. Personas que nunca, o rara vez, hablan de la gente, sino
que hablan con la gente. Lo importante no son los hechos, los triunfos
conseguidos, sino las PERSONAS.
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