viernes, 7 de diciembre de 2018

HABLAR POR HABLAR

         Cuando, por los motivos que fuere, nos tenemos que acercar a una sala de espera; si observamos a las personas, vamos captando qué se está
cociendo por dentro. Hay miradas, hay silencio… espera.
Siempre hay alguien que rompe el silencio, y… hablar por hablar se hace presente y comienzan los diálogos y el silencio ha perdido la batalla. Eso sí, el orden de llegada se respeta rigurosamente. Alguien parece que se encontraba feliz con el ambiente y cedía su cita a otro que se le notaba un tanto nervioso y con cierta prisa.
“La verdad que así no podemos seguir” dijo una persona sin aclarar el problema o problemas que tenía, pero atrajo hacia sí todas las miradas. Hubo silencio … hasta que otra persona dijo: “Pues si yo os contara mi problema…” Silencio expectante. “Sí es una vergüenza” dijo una persona mayor. Nadie comentó nada; pero por el gesto todos estaban de acuerdo. El movimiento de sus cabezas, lo confirmaban.
Luego, estando solo reflexionando, me venían tantas palabras vacías… hablar por hablar, me decía a mi mismo. Serenamente pensé: “El daño que se puede hacer con las palabras y opiniones tan poco responsables, a veces sin pensar lo que se dice”
En el fondo, todo son quejas. Al regresar a casa observé cómo un hombre llevaba unos cartones bajo el brazo. Caminaba lentamente… se paró y colocó los cartones en un sitio un tanto reservado y… se recostó. Yo seguí el camino hacia mi casa (piso) y pensaba: “Esto es algo más que palabras”.
La verdad que es un tanto triste que nos quedemos en las palabras, en el hablar por el hablar, mientras otras personas con su silencio y su gesto nos hacen ver otra realidad: la soledad, el abandono, la falta de solidaridad…  



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