La verdadera amistad y el amor no encuentran
obstáculos de tiempo ni de espacio. Cuando de verdad se ama, siempre hay un
lugar para el otro. Hoy en día, desgraciadamente, nos movemos a un ritmo
acelerado. Solemos disculparnos con la frase: “Perdóname, no tengo tiempo”.
Estamos tan metidos en lo nuestro que no tenemos
tiempo para nadie. Y, ¿qué sucede? Seguimos en nuestra soledad o, peor aún, en
nuestro egoísmo. Sí, porque cuando se convive, cuando se ama, siempre hay un
lugar para el otro y si lo tenemos limpio, mejor.
Cuando se ama, siempre hay sorpresas, se descubren
nuevas dimensiones porque siempre hay algo imprevisible. Así es, termina la
jornada, llega la noche y en el silencio repasamos lo acaecido durante el día.
¿Solos? No. Están los encuentros, las conversaciones con quienes nos hemos
encontrado… Las palabras del amigo/a, el perdón, la solidaridad… porque cuando
se respeta y ama siempre hay un lugar.
Es verdad que la realidad de cada día, a veces, nos
cuesta por su complejidad. Todo diálogo crea gestos. Gestos de acercamiento, de
encuentro. Hoy en día hablamos mucho, tenemos medios…Dialogar es abrir puertas,
descubrir horizontes, introducirnos en nuevas dimensiones que debemos ir
descubriendo
Todo gesto de diálogo es como un puente que
construimos que nos lleva al otro lado, al encuentro con los demás.
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