Creo
que todos tenemos algún amigo y si pensamos un poco haciendo el recorrido,
observamos que algunos, no se sabe el porqué, se han quedado en el olvido.
Luego, por pura casualidad, los volvemos a encontrar. Es que todo tiene y pide
su tiempo.
La verdad que me costó aceptar su
decisión. A veces aparecen otros intereses… se buscan otras experiencias.
Reflexionando me dije: Es libre. No es fácil aceptar estas decisiones que
separan a las personas (amigas de tantos años) y que un día rompen la amistad.
Pero hoy en día con las nuevas
tecnologías, volvimos a encontrarnos. Me llegó muy dentro su forma de pedirme
perdón. Tendió su brazo y agarrándome la mano dijo: “Te doy las gracias porque
has respetado mis decisiones durante este tiempo”. Me qué sin palabras y nos
dimos un fuerte y largo abrazo.
Luego me contó
que, últimamente, había tenido dificultades… en fin, que había perdido el
entusiasmo y las ganas de hacer cosas. Fue entonces cuando me di cuenta cómo
las dificultades y los problemas se superan compartiéndolos con los demás (especialmente
con los amigos) y dando respuestas inteligentes.
En la vida, si estamos atentos, descubrimos una mano
tendida que nos ayuda a salir del hoyo que hemos caído. Haciendo una
comparación y valga el paralelo: Si no regamos las macetas o falta tierra en
las plantas, a los pocos días empiezan a quedarse tristes y toman cierta
inclinación…algo comienza a morir.
Esta es mi experiencia. La experiencia no sólo es
cuestión de edad, como a veces se oye. Hay que ir cada día interpretando,
valorando… lo que se va constatando. El encuentro, la sonrisa, el diálogo… en
definitiva, la mano tendida, todo lo transforma.
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