Seguro que más de una vez hemos dado un paseo. Un paseo en
solitario y por el campo. De vez en cuando, en la lejanía, se rompe nuestro
apreciado silencio. También el chasquido de las secas hojas se hacía notar en
los lentos pasos que iba dando.
El aire
suavemente acariciaba mi cara… todo era armonía. Hasta las secas hojas con el
viento, se cambiaban de lugar; emitiendo un chasquido silencioso. Mi corazón palpitaba,
suave, silencioso… Todo callaba y a la vez todo hablaba… pero solamente se
escuchaba el silencio. La naturaleza seguía su ritmo natural.
Hago una
pausa y miro mi reloj: “Hay que ver cómo se pasa el tiempo” me dije a mi mismo.
Hoy no siento el cansancio, quizás porque me encanta pasear por el campo. ¡Se
aprenden tantas cosas…! La naturaleza es la gran enciclopedia.
Normalmente
en los paseos te encuentras con otras desconocidas personas. A veces hacíamos
una pequeña pausa e intercambiábamos el saludo y nuestras opiniones. A mí,
personalmente, me llamaba bastante la atención porque dialogábamos como si nos
conociéramos de siempre.
Luego el
silencio volvió y me acompañó hasta llegar a casa. Aquí, todo era conocido,
pero había merecido la pena: EL PASEO.
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