Cuando, por los motivos que fuere,
quedamos libres de las tareas diarias, como que nos sentimos algo raros.
Salimos a la calle, paseamos sin un ritmo fijo… A veces pensamos: “Estoy
perdiendo el tiempo” Miramos el reloj y nos decimos: “A esta hora ya tenía yo
la faena casi terminada” Hoy como que me siento “una persona inútil”.
La
soledad me inquietaba… Al final decidí llamar a un amigo. Sin mucho esfuerzo y
pérdida de tiempo… nos encontramos. Paseamos charlando un buen rato. Hablamos,
como se suele hacer en estos casos: “de todo”.
De
vez en cuando nos mirábamos a la cara y sonreíamos. Entonces descubríamos que
cuando hay verdadera amistad, nada obstaculiza la convivencia. Es entonces,
cuando se llega a tocar temas vitales.
Tener
personas de una verdadera amistad es… claro: “Un amigo es un tesoro” se suele
decir. Hoy, yo lo he constatado.
Regresando
a casa iba mentalmente repasando cuanto habíamos hablado… Cómo es verdad que
cuando sabemos compartir… ir al fondo, las dificultades, los problemas, los
malos momentos… siempre se encuentra una solución y, ya todo cambia.
Solamente
se descubre el valor de las personas, de los acontecimientos… cuando
verdaderamente se ama, cuando se toca fondo.
¿Cómo vamos a descubrir el valor,
el sentido de la vida, de la amistad, de nuestras cosas, encuentros … si no las
apreciamos y vivimos? Hay que: IR AL
FONDO.
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